jueves, 30 de diciembre de 2010
miércoles, 29 de diciembre de 2010
Amor, Amor, Amor
martes, 28 de diciembre de 2010
domingo, 26 de diciembre de 2010
viernes, 24 de diciembre de 2010
jueves, 23 de diciembre de 2010
miércoles, 22 de diciembre de 2010
martes, 21 de diciembre de 2010
ESTAMOS ASOLEADOS DE RECUERDOS
Para conseguir vibrar: competir con el futuro: tortuga los malos recuerdos; victoria de la necesidad sobre el tormento: atardeceres con lluvia; placidez en las montañas: solares de la infancia con un nido de águilas en los atardeceres cotidianos. Todo tiene el sabor de la nata con el dulce olor del pan de los amaneceres. Los verdaderos goces estàn detrás de la puerta y solemos cerrar por fuera como si desmereciera, para nosotros, el postre de soñar despierto desde la mañana y hasta el mediodía. Ya con la tarde, una vez descubierto que somos marineros, zarpamos sin sentido para aprender del viento en la cara; creemos eterna la navegación y... anochece: todavía guarda suaves fragancias la luna para un loco enamorado del insomnio. Estamos asoleados de recuerdos cuando llega la noche. No podemos dormir pues bailan los fantasmas y se mezclan, a brincos, con jarrones, y floreros del presente, con barcos y sílfides del futuro, con tristes empachos de lo que nunca, jamás, ni por asomo, habrá de tropezarnos y envolvernos. Estamos asoleados de recuerdos, se nos levantan a golpes de olvido las miradas de ayer: una niña abismal hace suyo el paisaje, saltan tras ella sus promesas de mañana, ella no lo sabe, muerde una manzana; ya es mañana, no existe la inocencia, la ignorancia se fue con el sol; la noche es plena en un paisaje nuevo, la oscuridad nos pertenece a todos; pero esa noche, por lo menos, esa noche, una mujer enseñó al mundo que el paisaje puede ser eterno. Vamos a ser eternos cualquier rato, lástima que el viento haya acabado desde hace un momento en que me volví recuerdo de mí mismo; línea a línea, verso a verso, silencio a silencio, recuerdo es silencio.
(DEL LIBRO "VAIVÉN", 1998).
sábado, 18 de diciembre de 2010
viernes, 17 de diciembre de 2010
lunes, 13 de diciembre de 2010
domingo, 12 de diciembre de 2010
sábado, 11 de diciembre de 2010
viernes, 10 de diciembre de 2010
jueves, 9 de diciembre de 2010
jueves, 2 de diciembre de 2010
DAME MÁS
Quiero tenerte aquí en mi cama,
rendida a mis placeres
prohibidos.
Urgarte con mis manos,
mis labios,
todo el cuerpo
hasta que seas
parte de mi cerebro
y mis entrañas.
Tomarme todo el tiempo del mundo
para postrarme ante tu desnudez
pálida e insigne
como una bandera
en patria recientemente liberada.
Tenerte aquí,
en la cama,
para gozar de todos tus placeres
extraños,
siempre nuevos;
pero redivivos
todos los días.
Tú,
mujer,
la siempre-viva.
PACÍFICA
Pacífica
En la penumbra del amanecer
te imploro;
te añoro con la complacencia de mis ansias,
con el dolor de no tenerte aquí;
y quiero doblegarme a mis impulsos
y te recuerdo plena,
con luz entorno tuyo
rodeada de pájaros y mariposas.
Creo en lo que veo,
considero lo que me da muestras
de existencia
y tiemblo.
Quiero tener a puño
en la garganta
la sensación de paz
si logro amarte;
estacionado estoy
en tus garras
y no deseo volar
ni predicar maldades
sólo tenerte a puños
en mis ojos.
Mujer,
mujer divina,
ven a mí:
dame paz,
desventurada;
dame la paz que no logras
para ti.
Bendíceme con tus ojos.
Ámame con tus manos dulces,
entretenme con tu cuerpo:
quiero amarte por siempre,
enamorada del amor;
loca de celos por la paz
de este mundo
y de los sepulcros
venideros.
En la penumbra del amanecer
te imploro;
te añoro con la complacencia de mis ansias,
con el dolor de no tenerte aquí;
y quiero doblegarme a mis impulsos
y te recuerdo plena,
con luz entorno tuyo
rodeada de pájaros y mariposas.
Creo en lo que veo,
considero lo que me da muestras
de existencia
y tiemblo.
Quiero tener a puño
en la garganta
la sensación de paz
si logro amarte;
estacionado estoy
en tus garras
y no deseo volar
ni predicar maldades
sólo tenerte a puños
en mis ojos.
Mujer,
mujer divina,
ven a mí:
dame paz,
desventurada;
dame la paz que no logras
para ti.
Bendíceme con tus ojos.
Ámame con tus manos dulces,
entretenme con tu cuerpo:
quiero amarte por siempre,
enamorada del amor;
loca de celos por la paz
de este mundo
y de los sepulcros
venideros.
ENTREVISTA DE PALMIRA ORTIZ A BENJAMIN ARAUJO
PRÓLOGO A LA ENTREVISTA
POR PALMIRA ORTIZ FERNÁNDEZ
En una critica fuerte a un poema mío “El Aro de oro” me enteré de la existencia del escritor Benjamín Araujo Mondragón, me llamó la atención, inmediatamente quise saber quien era él, me fui a su página, asombrada descubrí que era un escritor mexicano, paisano mío. Contacte con él escribiendo en su página un comentario, excusando la idea con la que había hecho mi poema y recibí como respuesta otro comentario más fuerte, me quedé pensando… y revisé nuevamente mi poema, una y otra vez, el escritor tenia razón, mi poema no estaba bien estructurado. Con el tiempo, en otro poema que publiqué “La forma”, me dejó un comentario con una aprobación, que realmente me dejó muy feliz, por fin fui aceptada por él como escritora con inspiración. Me había ganado su atención.
En la actualidad, el escritor Benjamín Araujo es uno de mis poetas favoritos, es de esos escritores con gran experiencia que te enseñan, te hacen razonar para que mejores en tu formación como escritor.
PALMIRA ORTIZ FERNÀNDEZ
Hoy tengo el gran honor de publicar, después de siete meses de espera, esta interesante entrevista de un hombre que tiene toda mi admiración y respeto:
ENTREVISTA DE PALMIRA ORTIZ
A BENJAMÍN ARAUJO
1.- ¿Cuál es su origen?
Totalmente mexicano, cuando menos, hasta donde tengo conocimiento de las últimas cinco generaciones. No obstante conozco (o, he oído) que tengo tres ramales étnicos: el español, el portugués y el indígena.
2.- ¿Tiene seudónimo literario? ¿Cómo lo escogió?
Alguna vez, en el periodismo, sólo en el periodismo que nunca en el literario, tuve un seudónimo, Engels Luxemburgo (Engels Luxemburgo; en obvio homenaje a Engels y Rosa Luxemburgo). En la literatura siempre he escrito con mi nombre; aunque me parecen respetables los escritores que han usado uno.
3.- ¿Qué edad tenía cuando comenzó a escribir?
No lo se con certeza. Hasta donde recuerdo, los 10 años, más o menos. Pero de esa época no guardo nada (puras vergüenzas); por ahí de los 16 años me puse a quemar o tirar a la basura cuanto tenía. Pero le debo haber conocido la literatura, y enamorarme de ella, a un escritor de mi tierra.
4.- ¿Cómo fueron sus comienzos en la literatura?
Mi amistad, muy “sui géneris” por cierto, con el poeta Heriberto Enríquez (él de 80 años; yo, de apenas 8). Tan especial era esa relación que yo apuraba las tareas escolares a efecto de que mis padres me dieran permiso de ir, a dos cuadras de la casa familiar, a la casa del Poeta. De manera que llegó un tiempo, cuando menos durante 18 meses, en que yo visité de lunes a viernes al maestro Heriberto, que en esa época vivía con su segunda esposa (no recuerdo su nombre), en virtud de que había quedado viudo más o menos a los 50 años.
Fue precisamente Heriberto Enríquez quien me enseñó a conocer prácticamente a todos los clásicos de la literatura; recuerdo bien, de esa época a Virgilio, Platón, a Esquilo, a Sófocles, a Cervantes, a Shakespeare, a Dante Allighieri, a los clásicos infantiles –son muchos, por eso no los cito-, a Salgari, a Julio Verne (por cierto, ahí supe de la interesante, rica y muy extensa obra de este autor que a la fecha sigo leyendo y no agoto)…en fin, a muchos, muchos más, entre ellos a los poetas clásicos de la literatura mexicana desde Nezahualcóyotl, Sor Juana Inés de la Cruz, Rosario Castellanos, Gorostiza, Octavio Paz y Enriqueta Ochoa, en fin, a muchos, muchos más. A ésta última, por cierto, luego tuve la fortuna de conocerla, tratarla e incluso, estando en Texcoco, trabajando para la Universidad de Chapingo, pude publicarla. Y, hasta su muerte, tuve el privilegio de seguirme reuniendo con ella de vez en cuando, en pocas pero memorables ocasiones.
5.- ¿A quién le dedicó su primer poema?
A mi madre, Guadalupe Mondragón de Araujo, que acaba de morir en abril de 2009 y nació en 1927. Pero no tengo memoria del texto, ni guardé el mismo por considerarlo cursi.
6.- ¿Cuál es su mejor poesía?
Todo lo que uno escribe, -diré un lugar común-, aparece como un hijo. A todos se les quiere; pero no igual. Los estima y presume por diversas cualidades, atributos o simples anécdotas.
En mi caso es “Emiret”, el poema que más quiero, que lleva el nombre de mi mujer, con quien he estado casado ya casi por 35 años y que fue concebido cuando éramos recién-casados y el amor entre nosotros estaba pleno y nuevo; aunque debo decir, contra los pronósticos de supuestos especialistas que hoy día nos seguimos amando con la misma fuerza y, me parece lo haremos de ese modo hasta la muerte.
Y, desde luego, hay muchos otros textos a los que guardo estima, cariño y preferencia. Incluso puedo decir que hay algunos, pocos por cierto, de los que me arrepiento haber parido. Pero cuando están publicados, los textos cobran vida propia y ya no le pertenecen al autor. No obstante, nunca niego a ninguna de mis obras, pues, insisto, han cobrado vida desde el momento mismo en que son publicadas.
7.-Cuéntanos tus actividades como escritor y sus proyectos.
Tengo muchas y bastantes. Respecto a las actividades como escritor, desde hace 28 años soy miembro del Centro Toluqueño de Escritores, del que fui uno de los fundadores. Desde 1984 se formalizó mi aceptación como miembro al ganar una beca del mismo Centro, lo que me permitió publicar ahí un libro.
Espero seguir escribiendo y publicar, aunque hace mucho (más de 7 años) en que no aparece un solo libro mío, pues se han publicado casi una veintena de antologías que me contienen.
Actualmente funjo como consejero del mismo Centro Toluqueño de Escritores –CTE-, desde diciembre de 2009; cargo que ya tuve hasta en tres ocasiones anteriores.
8.- ¿Tiene libros publicados? ¿Cuáles son?
En orden de aparición: A propósito (poemario, Universidad Autónoma del Estado de México, 1981); Surco de palabras (poemario, Centro Toluqueño de Escritores, 1984); Frontera interior (poemario, Editorial La Tinta del Alcatraz, 1994); Patíbulo de banqueta (cuento, La Tinta del Alcatraz-Universidad Autónoma del Estado de México, 1994); Vaivén (poesía, Instituto Mexiquense de Cultura, 1998); Apetencias (poesía, Instituto Mexiquense de Cultura. Colección Cuadernos de Malinalco No. 35, 1999); Arenas (poesía, Universidad Autónoma de Guerrero, 2000); Será mi asilo el mar. Biografía de José María Heredia y Heredia, 1803-1839 (Universidad Autónoma del Estado de México. Colección: Biografías de Hombres Ilustres del Estado de México, en dos ediciones 2001 y 2003).
9.- ¿Le gusta más ver publicados sus versos o recitarlos ante público? ¿Qué es lo que más le gusta de los recitales?
Desde luego publicados; aunque no me molesta presentar mi obra en público. De los recitales me gusta cuando el público se muestra atento, con ansias de escuchar e intervenir.
Me fascina particularmente el público universitario, seguramente por deformación personal pues he trabajado en cuatro universidades públicas de México: la Universidad Autónoma del Estado de México, la Autónoma de Querétaro, la Autónoma Chapingo y la Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco. En ellas me he sentido “como pez en el agua”, pues el ambiente universitario es un ámbito de libertad y dispuesto siempre a la creatividad. En estas universidades me desempeñé como editor y promotor cultural, asunto que me ha llenado de satisfacciones y amigos.
10 .-¿Ha pensado en escribir su biografía?
No creo ser tan importante para ello. Ni me gustaría. En dado caso no me molestaría que alguien lo hiciera, aunque tendría muchas preguntas al respecto, entre otras: ¿por qué lo hace?, ¿para qué?, con qué sentido y cosas de ese tipo.
11.- ¿Qué es para Usted la poesía? ¿qué estilo le gusta más
(poesía, prosa, etc.)?
La poesía es la síntesis perfecta para expresar la belleza a través del lenguaje escrito. La poesía es un marco de referencia fundamental de la estética en el arte. De todos los géneros el que más me gusta, y me parece perfecto, es la poesía, toda vez que tiene muchas cualidades que sería muy largo enumerar. El poeta es un ser de pocas, pero brillantes, palabras; aunque hay poemas extensos que son una joya como los escritos por Gorostiza, por Paz, por Mayakovsky, por Luis Cernuda y Jaime Sabines, entre otros.
12.- ¿Qué puede aportar su poesía a la sociedad?
Mucho. Toda vez que es la conciencia crítica de un pueblo. Pero me refiero a la poesía en general. Porque en el caso personal, tengo clara conciencia de que mi obra todavía no ha logrado nada, o casi nada. Pese a que ya tengo muchos años (décadas) en esta tarea, al grado de convertirse en un “suave vicio” u obsesión.
13.- ¿Qué es lo más importante en la poesía?
Su belleza. Su sonoridad, su musicalidad; y vuelvo a repetir la posibilidad de resumir en el discurso más breve posible el más profundo de los mensajes.
14.- ¿Cuáles son sus escritores y poetisas favoritas? (de los antiguos y de los modernos)
Son muchos. Acaso en cada ocasión repetiría nombres distintos: Esquilo, Quevedo, Cervantes, Shakespeare, Dostoyevsky, Gorky, Tolstoi, Sor Juana Inés de la Cruz, San Juan de la Cruz, Marw Twain, Thomas Mann, Paul Valery, Luis Cernuda, Borges, Carpentier, Efraín Huerta, Jorge Ibargüengoitia, García Márquez, Josefina Vicens, Enriqueta Ochoa, Dolores Castro, Carlos Fuentes, José Emilio Pacheco, Pablo Neruda, Juan Rulfo, Julio Cortazar, Thelma Nava, Alfonso Reyes, Miguel Delibes, Benedetti, Gelman, José Lezama Lima, Carlos Montemayor, Inés Arredondo, Tristán Tzara, Thomas Stern Eliot, Ezra Pound, Carlos Pellicer, Esther Seligson, entre otros.
15.- ¿Que poeta le ha influencia a usted en su literatura?
Muchos. Como ya dije, empezando por Heriberto Enríquez, mi mentor y amigo; enseguida una gran cantidad entre quienes sólo citaré a Julio Verne, Juan García Ponce y prácticamente todos los integrantes, en España, de la llamada “Generación del 27”.
16.- ¿Usted piensa que un escritor debe ser sentimental?
Sin sentimientos la literatura es infértil; la literatura vale nada. Pero este tema es una cuerda floja pues fácilmente, sin percibirlo, se puede caer en el sentimentalismo.
Pero estoy seguro que la literatura tiene como raíz fundamental los sentimientos. Todo tipo de sentimientos. El hombre y la obra cumbre ejemplar de la importancia de los sentimientos, a nivel universal, es sin lugar a titubeos William Shakespeare.
17.- ¿Cómo ve la literatura, y en particular la poesía, en Latinoamérica? ¿La cultura puede aportar algo a los cambios que están viviendo sus sociedades?
Soy un convencido de que, por encima de nuestras condiciones socioeconómicas y políticas, América Latina siempre ha aportado cosas muy importantes al mundo en la cultura, el arte y la literatura.
Y tengo la esperanza puesta en las nuevas generaciones que habrán de aportar mucho a las mejores causas del progreso y el desarrollo de nuestras naciones.
Basta asomarnos a los autores nuevos de este siglo XXI en nuestros países latinoamericanos para darnos cuenta que somos privilegiados y que el futuro es nuestro, pues la riqueza y calidad de los autores nuevos sorprende a todo el mundo.
18.- ¿Qué haría si pudiera cambiar algo en el apoyo cultural para los nuevos poetas?
En esa hipotética situación movería el mundo. Pero como no sueño, ni se me ocurre pensar qué podría hacer. Para comenzar implantaría la sinceridad como una norma; no al pago de impuestos a los artistas en general. Y becas, muchas becas para los jóvenes poetas.
19.- Para concluir.- ¿qué consejo le daría a la gente joven que empieza a escribir poesía?
Que nunca se desanimen y escriban y lean, lean y escriban sin cesar; que pulan su espíritu autocrítico y acumulen conocimientos en la medida de lo posible. Pues ello servirá para su obra. Recordar que en literatura es una verdad universal que “el burro no toca la flauta”; y que sólo con el ejercicio de la escritura se enseña uno a escribir. El poeta se hace, no nace (aunque, en muchos casos podríamos anotar que hay casos excepcionales en que el autor nace; pero uno debe hacerse la conciencia de que esos casos, son eso: excep-cio-nes). La literatura es trabajo más que inspiración.
20.-Algo que quiera agregar.
Nada, Palmira. Sólo agradecerte que me hayas incluido en este ciclo de entrevistas; y pedirte una disculpa pues debo decir que me entregaste las preguntas en noviembre y no te las había respondido hasta ahora (fines de abril de 2010) por acumulación de trabajo.
Nuevamente gracias; y las gracias extensivas a los colegas “virtuales” que se han tomado la molestia de ver estas letras.
domingo, 24 de octubre de 2010
TOTEM (primera parte)
Los veintiocho hijos de José Carmen sabían que con su muerte comenzaba un mito que iba a traspasarlos. Todos giraban en torno de la vieja casona, para un lado y para el otro como un manojo de enloquecidos péndulos de un reloj que era como un sabino que era como el lago de la presa Brookffmann que era como los álbumes fotográficos familiares cerrados siempre con candados afrancesados cada vez más difíciles de operar por la herrumbre del tiempo.
José Carmen vivió como pudo. Pero supo vivir sus 114 años a plenitud. La pasión fue su divisa, dominó todos sus actos. Pero era, si vale decirlo de tal modo, una pasión cerebral, intensa: como un caudal que se mantiene con gran fuerza pero siempre al borde sin derramarse de sus límites.
"Sólo con pasión se puede haber tenido cinco mujeres de tiempo completo y este fajo de hijos que tanto amo", decía en sus últimos años, arriscándose el tupido bigote rubio y haciendo retumbar el eco de su voz en aquella barriga que pujaba contra sus chalecos campiranos.
Desde las primeras horas de aquel uno de noviembre, a unos cuantos minutos del deceso de José Carmen, la movilización en el rancho La Rosa había ido en aumento hasta convertir una fecha tan significativa, previa al Día de Muertos, justo para preparar el velorio casero, en lo más parecido a una romería.
En la cocina de la casa familiar se juntaban las mujeres. Había por ahí uno que otro chamaco. Ellas se trompicaban ordenando que mataran otras gallinas. "Con esas no será suficiente", -imprecaba Cristina. Mientras Leonor, más reposada por los años, personalmente supervisaba que tostaran el café y que: ... "Sea precisamente del de Ixtapan; no lo vayan a revolver con el otro, porque sería una porquería...". Concluía diciéndole a la vieja Imelda que lloraba por la muerte del señor, de Don Carmen, acaso con más fruición y sentimiento que los hijos.
Los varones no estaban en la casa. Aunque ya ninguno, desde hace varios años, vivía con José Carmen, todos se habían congregado desde el mediodía en La Rosa, provenientes de tres lugares, principalmente: El Oro, Toluca y la capital del país, excepto Serafín, que siendo el último que dejara la casa paterna, tenía una herrería de altos vuelos en Ixtlahuaca. Ahora ninguno estaba porque se habían repartido comisiones: unos, a avisar a caballo, a los parientes más cercanos de las poblaciones aledañas que no contaban con teléfono; otros, a comprar unos bidoques de aguardiente para el velorio; los demás, a ultimar detalles en el papeleo de la iglesia y del panteón; para que todo quedara listo al día siguiente.
Los parientes, en tanto, seguían llegando. Años después, a la muerte de José Concepción, el mayor de todos los hijos, la escena se iba a repetir, decantada por los años que irían convirtiendo en fantasmal el brillo familiar que, sin saberlo, enterrarían casi del todo ese dos de noviembre, en el Panteón de la Vírgen del Carmen, con el vetusto jefe familiar.
La familia Marín era como únicamente dos o tres familias de la región. De cepa aristocrática, hacendados de descendencia, con buenos niveles generales de cultura y buen gusto; distinta en cambio por sus acendradas actitudes tribales que les reconocían todos los pueblos de la zona y les llevaba a manejarse, cuando era necesario, como una maquinaria en pos de un objetivo prefijado, obsesivamente.
José Carmen, nacido en San José del Rincón en 1838, había culminado sus días, a tan elevada edad, viudo por quinta vez. Pese a que antes de sus tres últimos matrimonios, tal vez avergonzado porque solía casarse con mujeres muy jóvenes, demasiado jóvenes para la convención, explicaba a todo mundo que "reincido, únicamente para poder guardar mi vejez con decoro, sin soledades irremediables, que más llamen a la lástima y al tedio, que a la vida; la vejez, aunque rescoldo, aún es fuego, es vida y merece respeto y compañía...".
Cinco habían sido sus esposas. Tres de ellas hermanas, las Garduño: Áurea, Ensoñación y Refugio. De modo que 19 de sus hijos, fruto de esas uniones, llevaban los mismos apellidos y eran, en realidad, de una consanguineidad -como medios hermanos y primos hermanos- que alimentaba con atingencia la tribal fama del clan, decorada por el tremendo parecido que se daba entre todos ellos, incluídos los restantes 9 hijos, que José Carmen procreara con Isabel Corona y con Santa Gómez, en una fecunda tercera edad que dejaba materia de sobra para los decires en el fogón en la tertulia de las viejas, o para la incidencia ponzoñosa de sus congéneres en el Bar Tolo, la cantina del pueblo, que era, en el colmo de la chatura imaginativa de don Bartolo Íñiguez. Lugar de enorme importancia en San José del Rincón, porque no había fortuna o desgracia que no fuera decantada por ese ambiente, el más democrático del lugar, puesto que a él acudían lo mismo ricos que pobres, analfabetos que hombres de letras, ateos o el mismo cura del pueblo, Adelfo Zamarripa, que no dejaba escapar por lo menos un mes sin echarse un tequila con sangrita y jugar con los parroquianos una mano de dominó.
*Publicado (íntegro) en el libro
"Patíbulo de banqueta"
Editorial La Tinta del Alcatraz,
1994.
José Carmen vivió como pudo. Pero supo vivir sus 114 años a plenitud. La pasión fue su divisa, dominó todos sus actos. Pero era, si vale decirlo de tal modo, una pasión cerebral, intensa: como un caudal que se mantiene con gran fuerza pero siempre al borde sin derramarse de sus límites.
"Sólo con pasión se puede haber tenido cinco mujeres de tiempo completo y este fajo de hijos que tanto amo", decía en sus últimos años, arriscándose el tupido bigote rubio y haciendo retumbar el eco de su voz en aquella barriga que pujaba contra sus chalecos campiranos.
Desde las primeras horas de aquel uno de noviembre, a unos cuantos minutos del deceso de José Carmen, la movilización en el rancho La Rosa había ido en aumento hasta convertir una fecha tan significativa, previa al Día de Muertos, justo para preparar el velorio casero, en lo más parecido a una romería.
En la cocina de la casa familiar se juntaban las mujeres. Había por ahí uno que otro chamaco. Ellas se trompicaban ordenando que mataran otras gallinas. "Con esas no será suficiente", -imprecaba Cristina. Mientras Leonor, más reposada por los años, personalmente supervisaba que tostaran el café y que: ... "Sea precisamente del de Ixtapan; no lo vayan a revolver con el otro, porque sería una porquería...". Concluía diciéndole a la vieja Imelda que lloraba por la muerte del señor, de Don Carmen, acaso con más fruición y sentimiento que los hijos.
Los varones no estaban en la casa. Aunque ya ninguno, desde hace varios años, vivía con José Carmen, todos se habían congregado desde el mediodía en La Rosa, provenientes de tres lugares, principalmente: El Oro, Toluca y la capital del país, excepto Serafín, que siendo el último que dejara la casa paterna, tenía una herrería de altos vuelos en Ixtlahuaca. Ahora ninguno estaba porque se habían repartido comisiones: unos, a avisar a caballo, a los parientes más cercanos de las poblaciones aledañas que no contaban con teléfono; otros, a comprar unos bidoques de aguardiente para el velorio; los demás, a ultimar detalles en el papeleo de la iglesia y del panteón; para que todo quedara listo al día siguiente.
Los parientes, en tanto, seguían llegando. Años después, a la muerte de José Concepción, el mayor de todos los hijos, la escena se iba a repetir, decantada por los años que irían convirtiendo en fantasmal el brillo familiar que, sin saberlo, enterrarían casi del todo ese dos de noviembre, en el Panteón de la Vírgen del Carmen, con el vetusto jefe familiar.
La familia Marín era como únicamente dos o tres familias de la región. De cepa aristocrática, hacendados de descendencia, con buenos niveles generales de cultura y buen gusto; distinta en cambio por sus acendradas actitudes tribales que les reconocían todos los pueblos de la zona y les llevaba a manejarse, cuando era necesario, como una maquinaria en pos de un objetivo prefijado, obsesivamente.
José Carmen, nacido en San José del Rincón en 1838, había culminado sus días, a tan elevada edad, viudo por quinta vez. Pese a que antes de sus tres últimos matrimonios, tal vez avergonzado porque solía casarse con mujeres muy jóvenes, demasiado jóvenes para la convención, explicaba a todo mundo que "reincido, únicamente para poder guardar mi vejez con decoro, sin soledades irremediables, que más llamen a la lástima y al tedio, que a la vida; la vejez, aunque rescoldo, aún es fuego, es vida y merece respeto y compañía...".
Cinco habían sido sus esposas. Tres de ellas hermanas, las Garduño: Áurea, Ensoñación y Refugio. De modo que 19 de sus hijos, fruto de esas uniones, llevaban los mismos apellidos y eran, en realidad, de una consanguineidad -como medios hermanos y primos hermanos- que alimentaba con atingencia la tribal fama del clan, decorada por el tremendo parecido que se daba entre todos ellos, incluídos los restantes 9 hijos, que José Carmen procreara con Isabel Corona y con Santa Gómez, en una fecunda tercera edad que dejaba materia de sobra para los decires en el fogón en la tertulia de las viejas, o para la incidencia ponzoñosa de sus congéneres en el Bar Tolo, la cantina del pueblo, que era, en el colmo de la chatura imaginativa de don Bartolo Íñiguez. Lugar de enorme importancia en San José del Rincón, porque no había fortuna o desgracia que no fuera decantada por ese ambiente, el más democrático del lugar, puesto que a él acudían lo mismo ricos que pobres, analfabetos que hombres de letras, ateos o el mismo cura del pueblo, Adelfo Zamarripa, que no dejaba escapar por lo menos un mes sin echarse un tequila con sangrita y jugar con los parroquianos una mano de dominó.
*Publicado (íntegro) en el libro
"Patíbulo de banqueta"
Editorial La Tinta del Alcatraz,
1994.
DAME LA POSIBILIDAD
Dame la posibilidad de dibujar
tu rostro
con mis besos;
déjame pintar tu piel con mi tacto.
Quiero dibujar tus ojos azules
con mi cariño
y devoción.
Dame la posibilidad de verte
en mi pensamiento,
vive en mis sueños;
aparécete en mis pesadillas
y...sálvame...
Quiero ser el dibujante de tu cuerpo:
de tus manos,
tus piernas,
tus senos
y tu sexo.
Dame la posibilidad de serlo,
sólo por una eternidad
y ya...
tu rostro
con mis besos;
déjame pintar tu piel con mi tacto.
Quiero dibujar tus ojos azules
con mi cariño
y devoción.
Dame la posibilidad de verte
en mi pensamiento,
vive en mis sueños;
aparécete en mis pesadillas
y...sálvame...
Quiero ser el dibujante de tu cuerpo:
de tus manos,
tus piernas,
tus senos
y tu sexo.
Dame la posibilidad de serlo,
sólo por una eternidad
y ya...
sábado, 23 de octubre de 2010
Dame LA POSIBILIDAD
Dame la posibilidad de dibujar
tu rostro
con mis besos;
déjame pintar tu piel con mi tacto.
Quiero dibujar tus ojos azules
con mi cariño
y devoción.
Dame la posibilidad de verte
en mi pensamiento,
vive en mis sueños;
aparécete en mis pesadillas
y...sálvame...
Quiero ser el dibujante de tu cuerpo:
de tus manos,
tus piernas,
tus senos
y tu sexo.
Dame la posibilidad de serlo,
sólo por una eternidad
y ya...
tu rostro
con mis besos;
déjame pintar tu piel con mi tacto.
Quiero dibujar tus ojos azules
con mi cariño
y devoción.
Dame la posibilidad de verte
en mi pensamiento,
vive en mis sueños;
aparécete en mis pesadillas
y...sálvame...
Quiero ser el dibujante de tu cuerpo:
de tus manos,
tus piernas,
tus senos
y tu sexo.
Dame la posibilidad de serlo,
sólo por una eternidad
y ya...
miércoles, 20 de octubre de 2010
VECINAS
. VECINAS .
por Benjamin Araujo Mondragon
Eran bellas, bellísimas. Llegaron más o menos poco después de que había empezado la primavera. Las dos con un porte y una sensualidad impresionantes. Una, de enormes pestañas y cabellera rubia; la otra, con una boca de una sexualidad apabullante y de una espesa, negra, abundante pelambre. Las miré, me miraron. Estoy seguro que no les caí mal, porque incluso tuve la impresión de que, coquetas, ambas me sonrieron, mirándome de soslayo; y aunque no me hubieran sonreído, me vieron, de eso estoy cierto y con eso me basta.
Cuando llegaron, no lo podía creer. Ese par de hembras tan bien dotadas, de pronto, de la noche a la mañana, convertidas en mis vecinas, a un lado de mi casa, que desde ese momento se convirtió para mí en una verdadera prisión por saberlas a mi lado y yo en la imposibilidad de hacer otra cosa que mirarlas, obsesiva y eróticamente: mirarlas.
Desde el día en que llegaron creo no haber hecho otra cosa que mirarlas. Si acaso interrumpía ese ritual admirativo sólo para medio comer y dormir un poco, dejaba a medias esas labores a las que la fisiología me obligaba y volvía a asomarme por una especie de ventana que me permitía indefectiblemente verlas, no perdermeni uno solo de sus movimientos.
Es imposible mentir y dejar de confesar que a unos pocos días de la llegada de este par de virtudes corporales, yo era un enfermo enamorado que no podía hacer a un lado los sueños y las ideas eróticas. Deseaba poseerlas, no lo niego, ansiaba hacerlo; no pensaba en otra cosa que no fuera estar encima de ellas, copulando; primero sobre una, luego sobre la otra; así: de ser factible hasta la eternidad.
Me creía con tal ardiente deseo que hubiera apostado mis pobres posesiones a que tendría la fortaleza de estar en tratos carnales con las dos, al mismo tiempo, por siempre: incansablemente.
Creo que hasta perdí peso. Me puse triste y ojeroso. Y hubo ocasiones de desventura y desesperanza en que llegué a planear el suicidio. Pero la idea, ya un poco más reposado, me pareció ridícula: ¿qué se iba a decir, en un momento dado, en las páginas de los diarios, de un burro que se quita la vida en un zoológico, al parecer por el imposible amor que sentía por las yeguas de una jaula contigua?...
por Benjamin Araujo Mondragon
Eran bellas, bellísimas. Llegaron más o menos poco después de que había empezado la primavera. Las dos con un porte y una sensualidad impresionantes. Una, de enormes pestañas y cabellera rubia; la otra, con una boca de una sexualidad apabullante y de una espesa, negra, abundante pelambre. Las miré, me miraron. Estoy seguro que no les caí mal, porque incluso tuve la impresión de que, coquetas, ambas me sonrieron, mirándome de soslayo; y aunque no me hubieran sonreído, me vieron, de eso estoy cierto y con eso me basta.
Cuando llegaron, no lo podía creer. Ese par de hembras tan bien dotadas, de pronto, de la noche a la mañana, convertidas en mis vecinas, a un lado de mi casa, que desde ese momento se convirtió para mí en una verdadera prisión por saberlas a mi lado y yo en la imposibilidad de hacer otra cosa que mirarlas, obsesiva y eróticamente: mirarlas.
Desde el día en que llegaron creo no haber hecho otra cosa que mirarlas. Si acaso interrumpía ese ritual admirativo sólo para medio comer y dormir un poco, dejaba a medias esas labores a las que la fisiología me obligaba y volvía a asomarme por una especie de ventana que me permitía indefectiblemente verlas, no perdermeni uno solo de sus movimientos.
Es imposible mentir y dejar de confesar que a unos pocos días de la llegada de este par de virtudes corporales, yo era un enfermo enamorado que no podía hacer a un lado los sueños y las ideas eróticas. Deseaba poseerlas, no lo niego, ansiaba hacerlo; no pensaba en otra cosa que no fuera estar encima de ellas, copulando; primero sobre una, luego sobre la otra; así: de ser factible hasta la eternidad.
Me creía con tal ardiente deseo que hubiera apostado mis pobres posesiones a que tendría la fortaleza de estar en tratos carnales con las dos, al mismo tiempo, por siempre: incansablemente.
Creo que hasta perdí peso. Me puse triste y ojeroso. Y hubo ocasiones de desventura y desesperanza en que llegué a planear el suicidio. Pero la idea, ya un poco más reposado, me pareció ridícula: ¿qué se iba a decir, en un momento dado, en las páginas de los diarios, de un burro que se quita la vida en un zoológico, al parecer por el imposible amor que sentía por las yeguas de una jaula contigua?...
lunes, 18 de octubre de 2010
domingo, 17 de octubre de 2010
VEN...A MÍ
Calma mis ansias de matador,
de torero sin corridas:
ven a mí,
muy despacio,
no hay prisa
sin prisa es mejor la aventura
sabe a miel
sabe a néctar de las diosas,
a néctar
de su sagrado sexo...
ilúminame
con tu plexo
sexual
de torero sin corridas:
ven a mí,
muy despacio,
no hay prisa
sin prisa es mejor la aventura
sabe a miel
sabe a néctar de las diosas,
a néctar
de su sagrado sexo...
ilúminame
con tu plexo
sexual
A CARLOS MONSIVÁIS (1938-2010)
Mi querido Carlos,
aquí estoy, ante tí,
otra vez,
como cuando,
en las tempranuras
de mi adolescencia,
te entrevisté
en tu casa de La Portales.
Te veo yerto,
y no te creo.
No te creo muerto,
porque estás más
vivo que nunca
en la conciencia de
nuestro tambaleante pueblo,
que está siempre a punto
de morir
pero parece eterno.
Atento está
el pueblo
ante tu féretro;
y tú eres todo
menos la solemnidad,
que odiabas
y de ella hacías parodias.
El pueblo
aunque no te guste
es solemne:
y en esa pose está
ante tu féretro.
Está más claro que nunca
que son más los que te reconocen
que los que alguna vez te leímos.
Pero esa pasa a una segunda parte,
no cobra relevancia, me dirías:
y te imagino,
rodeado de gran cantidad de gatos,
como acostumbrabas,
dispuesto a la eternidad.
Luego sabremos:
tú adquiriste
a cada uno de tus gatos
sus siete vidas;
por eso es pasado
a la eternidad...
tan de repente...
aquí estoy, ante tí,
otra vez,
como cuando,
en las tempranuras
de mi adolescencia,
te entrevisté
en tu casa de La Portales.
Te veo yerto,
y no te creo.
No te creo muerto,
porque estás más
vivo que nunca
en la conciencia de
nuestro tambaleante pueblo,
que está siempre a punto
de morir
pero parece eterno.
Atento está
el pueblo
ante tu féretro;
y tú eres todo
menos la solemnidad,
que odiabas
y de ella hacías parodias.
El pueblo
aunque no te guste
es solemne:
y en esa pose está
ante tu féretro.
Está más claro que nunca
que son más los que te reconocen
que los que alguna vez te leímos.
Pero esa pasa a una segunda parte,
no cobra relevancia, me dirías:
y te imagino,
rodeado de gran cantidad de gatos,
como acostumbrabas,
dispuesto a la eternidad.
Luego sabremos:
tú adquiriste
a cada uno de tus gatos
sus siete vidas;
por eso es pasado
a la eternidad...
tan de repente...
sábado, 16 de octubre de 2010
EL SALVADOR **
De vómito
el actor el burócrata el ciudadano
alimentan la vida
Para otros
que en la noche vestimos nuestras carnes
el amor el vino más amor
y la vida sin lata
cortada de esquinas...
aceras
lluvia...
...y sueños
el alimento
es también la vida
Así
en-medio-de-la-mascarada
y son las siete
y sales disparado
el trabajo hace al hombre
corre y cobra quincenas incompletas
y tus hijas
y el futuro
de México
el de Brasil
nunca el de Cuba...
Así
pasan los días
se nos pasan las vidas...
de otros
y las propias...
se nos pasa
la vida
Pero al calor del beso y la metralla
de una embriaguez total
de borrachera
y sueño...
...que despierto...
En El Salvador
trozo de patria
latinoamericana
nace un niño
seguro...
...varón o dama...
...hembra o macho...
ser humano seguro
con futuro
como que aquí
enmedio
de este vómito
de ciudadano-burócrata-actor...
...lo signo
y sello...
**Escrito en 1976.
Publicado en 1981
en el libro "A propósito"
(Universidad Autónoma del Estado de México)
el actor el burócrata el ciudadano
alimentan la vida
Para otros
que en la noche vestimos nuestras carnes
el amor el vino más amor
y la vida sin lata
cortada de esquinas...
aceras
lluvia...
...y sueños
el alimento
es también la vida
Así
en-medio-de-la-mascarada
y son las siete
y sales disparado
el trabajo hace al hombre
corre y cobra quincenas incompletas
y tus hijas
y el futuro
de México
el de Brasil
nunca el de Cuba...
Así
pasan los días
se nos pasan las vidas...
de otros
y las propias...
se nos pasa
la vida
Pero al calor del beso y la metralla
de una embriaguez total
de borrachera
y sueño...
...que despierto...
En El Salvador
trozo de patria
latinoamericana
nace un niño
seguro...
...varón o dama...
...hembra o macho...
ser humano seguro
con futuro
como que aquí
enmedio
de este vómito
de ciudadano-burócrata-actor...
...lo signo
y sello...
**Escrito en 1976.
Publicado en 1981
en el libro "A propósito"
(Universidad Autónoma del Estado de México)
ANÓNIMO UNO
Por el camino umbroso aprendió a ser huella,
sin paso, sin peso, ni rostro.
Por los caminos llanos se confundió
con el olor de la yerba
hasta llamarse pasto.
Nunca supo qué es siempre,
ni probó del fracaso dulzón
de la palabra "mientras".
Así murió. en una fecha sin nombre,
sin día, sin número;
y ahora es recuerdo.
Benjamín A. Araujo M.
Publicado en el libro
Frontera interior
sin paso, sin peso, ni rostro.
Por los caminos llanos se confundió
con el olor de la yerba
hasta llamarse pasto.
Nunca supo qué es siempre,
ni probó del fracaso dulzón
de la palabra "mientras".
Así murió. en una fecha sin nombre,
sin día, sin número;
y ahora es recuerdo.
Benjamín A. Araujo M.
Publicado en el libro
Frontera interior
ANÖNIMO DOS
Tal vez nunca se sepa si tenía destino.
Como llegó, se fue;
habitaba en su rostro la duda
pero supo caer
para abrir en la incógnita
su futuro infinito,
irresoluto.
Benjamín A. Araujo Mondragón
DEL LIBRO "Frontera interior"
Editorial: La Tinta del Alcatraz
Colección: La Hoja murmurante.
(Toluca, México, 1994)
Como llegó, se fue;
habitaba en su rostro la duda
pero supo caer
para abrir en la incógnita
su futuro infinito,
irresoluto.
Benjamín A. Araujo Mondragón
DEL LIBRO "Frontera interior"
Editorial: La Tinta del Alcatraz
Colección: La Hoja murmurante.
(Toluca, México, 1994)
¡¡¡México, lindo y querido...!!!
Patria amada,
tus hijos te lloramos;
somos la cruz del himno...
y la mención de López Velarde
ya angustiado.
Sabemos que
debemos mejorar,
pero no lo hacemos;
queremos paz
y estamos ensangrentados,
olemos a cadáver
todos los días
del año.
Aprendemos a odiar
con las noticias.
Ayyy,
patria mía,
¿por qué Dios te ha abandonado?
¿No sabes orar?
¿Sabes reír...?
...tu llanto es como
un conjunto de campanas
de catedral
sonando a duelo.
Eres El Gólgota Nahuátl.
La indigestión
por el mestizaje;
la sapiencia
ancestral
que sabe a lágrimas.
tus hijos te lloramos;
somos la cruz del himno...
y la mención de López Velarde
ya angustiado.
Sabemos que
debemos mejorar,
pero no lo hacemos;
queremos paz
y estamos ensangrentados,
olemos a cadáver
todos los días
del año.
Aprendemos a odiar
con las noticias.
Ayyy,
patria mía,
¿por qué Dios te ha abandonado?
¿No sabes orar?
¿Sabes reír...?
...tu llanto es como
un conjunto de campanas
de catedral
sonando a duelo.
Eres El Gólgota Nahuátl.
La indigestión
por el mestizaje;
la sapiencia
ancestral
que sabe a lágrimas.
viernes, 15 de octubre de 2010
jueves, 14 de octubre de 2010
miércoles, 13 de octubre de 2010
JOSË ALFREDO MONDRAGÓN (1956-1990)
La muerte, siempre la muerte. La piedra de escándalo del olvido y del recuerdo. El misterio insondable permanente. La muerte como tema perenne de la poesía. Se muere desde el momento mismo del nacimiento; la agonía humana comienza con el soplo vital iniciador. Existe porque hay vida. El yin y el yang. An verso y reverso del momento que nos puebla. Es probable que no exista escritor alguno que la haya podido esquivar, ni como tema. Dejar de tocarla, en sus preocupaciones creativas, para lo que sea: abrazarla, adorarla, solicitarla, temerle, rehuirle, reconocerle, desconocerle, gritarle, murmurarle...
La muerte, multimanoseada por músicos, pintores, escultores, bailarines, artistas de toda laya y hasta no artistas. Razón de ser de la filosofía de todos los tiempos. Motivo para pensar o escapar.
La muerte, cómo no, fue un tema recurrente en la poesía de José Alfredo Mondragón. Ahora podríamos decir, siempre se dicen esas cosas en retrospectiva, que hubiera parecido que José Alfredo, el poeta que naciera en El Oro, en febrero de 1956, sabía que moriría en uno de sus tantos retornos a Ítaca, el 31 de marzo de 1990. Temprana muerte a los 34 años de edad. ¿Alguna muerte no es prematura? Parecía que lo hubiera sabido por algunos de sus proféticos textos de añoranza adelantada. La palabra es poder que cruza el tiempo:
...Con esta mano
que es más polvo que silencio
puedo asir la luz
incendiar el rostro
que no alcanzo a entender
detener el tiempo y detenerme...
En su primer poemario, Metumbe, de dónde está tomado el anterior texto hay azoro y extrañeza por la ciudad, que pareciera envolver al hombre que la habita en un torbellino, velocidad para des-almarlo, quitarle el alma, arrojarlo a la muerte o recordar, contando las cuentas de alguien que es invocado:
...Inclinada sobre la piedra,
sobre la médula eléctrica de una avenida,
sobre el tronco que se extiende
como una pregunta,
la marea enciende los rumores,
los desborda como puñados de arena
hasta sentir la voz de las vértebras,
la identidad de alguien que recuerda una edad...
La muerte, multimanoseada por músicos, pintores, escultores, bailarines, artistas de toda laya y hasta no artistas. Razón de ser de la filosofía de todos los tiempos. Motivo para pensar o escapar.
La muerte, cómo no, fue un tema recurrente en la poesía de José Alfredo Mondragón. Ahora podríamos decir, siempre se dicen esas cosas en retrospectiva, que hubiera parecido que José Alfredo, el poeta que naciera en El Oro, en febrero de 1956, sabía que moriría en uno de sus tantos retornos a Ítaca, el 31 de marzo de 1990. Temprana muerte a los 34 años de edad. ¿Alguna muerte no es prematura? Parecía que lo hubiera sabido por algunos de sus proféticos textos de añoranza adelantada. La palabra es poder que cruza el tiempo:
...Con esta mano
que es más polvo que silencio
puedo asir la luz
incendiar el rostro
que no alcanzo a entender
detener el tiempo y detenerme...
En su primer poemario, Metumbe, de dónde está tomado el anterior texto hay azoro y extrañeza por la ciudad, que pareciera envolver al hombre que la habita en un torbellino, velocidad para des-almarlo, quitarle el alma, arrojarlo a la muerte o recordar, contando las cuentas de alguien que es invocado:
...Inclinada sobre la piedra,
sobre la médula eléctrica de una avenida,
sobre el tronco que se extiende
como una pregunta,
la marea enciende los rumores,
los desborda como puñados de arena
hasta sentir la voz de las vértebras,
la identidad de alguien que recuerda una edad...
Etiquetas:
Benjamín Araujo,
José Alfredo MOndragón
¡¡¡MËXICO LINDO Y QUERIDO!!!
Patria amada,
tus hijos te lloramos;
somos la cruz del himno...
y la mención de López Velarde
ya angustiado.
Sabemos que
debemos mejorar,
pero no lo hacemos;
queremos paz
y estamos ensangrentados,
olemos a cadáver
todos los días
del año.
Aprendemos a odiar
con las noticias.
Ayyy,
patria mía,
¿por qué Dios te ha abandonado?
¿No sabes orar?
¿Sabes reír...?
...tu llanto es como
un conjunto de campanas
de catedral
sonando a duelo.
Eres El Gólgota Nahuátl.
La indigestión
por el mestizaje;
la sapiencia
ancestral
que sabe a lágrimas.
tus hijos te lloramos;
somos la cruz del himno...
y la mención de López Velarde
ya angustiado.
Sabemos que
debemos mejorar,
pero no lo hacemos;
queremos paz
y estamos ensangrentados,
olemos a cadáver
todos los días
del año.
Aprendemos a odiar
con las noticias.
Ayyy,
patria mía,
¿por qué Dios te ha abandonado?
¿No sabes orar?
¿Sabes reír...?
...tu llanto es como
un conjunto de campanas
de catedral
sonando a duelo.
Eres El Gólgota Nahuátl.
La indigestión
por el mestizaje;
la sapiencia
ancestral
que sabe a lágrimas.
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