jueves, 8 de agosto de 2013

HIEDRA, Benjamín A. Araujo M.

HIEDRA
La vida es una enredadera,
se sube y se baja en las escaleras
de nuestras venas que circundan
por todo el organismo; caminamos,
botamos, salpicamos de gozo
y asimismo de espanto, de terror
y de miedo; sabemos que este camino
no es sencillo es una hiedra que se mueve,
camina, avanza, crece, crece y crece…

Todos tenemos un destino que desconocemos,
por buena suerte no lo conocemos, porque
si lo supiéramos estaríamos impávidos y yertos;
pero avanzamos también como la hiedra
que se ha apoderado de nosotros desde
nuestro nacimiento; y desde ese momento
no para, mueve su dorso, avanza sin descanso
y finalmente llegará un momento en que pare…
pare, irremediablemente, en el día destinado
a nuestro final: la muerte, así de simple
cuando todo se acabe y finalice: muerte…

Pero no nos detengamos en el entretanto,
avancemos con tiento y sin remilgos;
veamos con la mejor sonrisa el mundo
que nos rodea, sin importar que repugne
a nuestra vista, y a nuestros sentidos;
sonriamos, pese a todo, porque esa clave
es la fuerza que nos sostendrá colgados
de esta inmensa rama que es la vida.
Y de la que pendemos, junto con los demás
semejantes nuestros en este diluvio de estrellas
que es la enredadera, la hiedra infinita
de nuestros gozos, placeres y amarguras.

Hiedra que nos dominas sin saber bien a bien
por qué, ni para qué; pero más vale que le pongamos
un signo y un destino. Porque de lo contrario
todo habrá sido en vano en esta enredadera,
hiedra sofisticada que nace, crece, se desarrolla
y muere, para matarnos con ella mientras fuimos.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Génesis, BENJAMÍN A: ARAUJO M.

Génesis




La tormenta se vistió de fiesta. La colisión cósmica fue factible: Apenas promesas, nos dedicamos a la contemplación. El silencio parió los ruidos marinos; las rocas fueron, tal vez, las primeras cantantes calvas de ese singular escenario donde se urdía la vida. Todos guardamos silencio desde las mazmorras de nuestros oscuros corazones. Estábamos a años luz de nuestra felicidad, no obstante lo cual carecimos del impulso suficiente para poner miel en nuestras miradas. Los siglos torcían su ajetreo interior como sinfonía burlona de lo que se avecinaba.

No hay manera de ser fracaso ni olvido, cuando aún no se nace. Resulta una verdadera necedad profesionalizar el miedo. Atracar en una falsa idea es apenas la mayor obscenidad; pero es lo más común que nos ocurre, desde que hubo aquel accidente infernal de la genética y afloró el pensamiento. Esa es, no hay duda, la central flor del mal.


El árbol del conocimiento rechina las letras de nuestros nombres mientras anochecen sus hojas. La letra divina de la razón está en un solo poema que nadie ha escrito pero todos nos sabemos desde el silencio de la sangre.

amor, amor, amor, BENJAMÍN ADOLFO ARAUJO MONDRAGÓN

Dame un poco de luz; 
con tus ojos encendidos.
Y dame cariño
con tu cuerpo
hecho braza.

Quiero tener aquí,
postrada a mis antojos:
mirando el horizonte
largo, ancho y ajeno
pero promisorio.

Y así iniciar 
un año, 
otro año, 
otro año;
otro siglo
hasta hacernos eternos.

CONFUSIÓN, Benjamín A. Araujo Mondragón

UNO
No hay sino el principio para empezar
sólo el inicio bueno y nada más,
todo es cosa de ver sin maldecir
y cosa de recordar y saborear.

DOS
Una vez comenzado ya inició
y todo lo que inicia no termina
en infinitas vueltas de espiral
el rollo se agudiza y ya empezó.

TRES
La carrera es asunto ya veloz
la  velocidad al mundo ya atrapó
todos como una sola fuerza
y un motor, en pos del triunfo
limpio y sin igual; en pos de ser
objetos del amor, en pos de sólo
el triunfo ver vencer, y al mal
tal vez podríamos exterminar
pero si lo extirpamos perderá
el mundo su equilibrio; sólo vencer
al mal, sin desaparecerlo.

CUATRO
Las flores nacen pronto en el vergel
al fin silvestres, desde el despertar
sin que las siembre nadie en el vergel
ni pidiendo más nada que ser y ser.

CINCO
Dejar que las letras hablen por sí solas
buscar que se hagan mar y que hagan olas
todo para lograr que no haya bolas
y que la gente ya no quede sola.

SEIS
A tanto patinar no sé lo que hago,
hago reiterar ya me cansé
a tanto repetir yo ya ni sé
si doy vueltas cual trompo
o si me maree por lo que hago
y cómo lo hago; carro sin dirección,
vehículo sin vado, discurso sin saber
a dónde va…