viernes, 11 de julio de 2014

A JOSUÉ MIRLO, Benjamín Adolfo Araujo Mondragón

A JOSUÉ MIRLO

Maestro de maestros, magistral poeta,
humilde tu carácter sonriente, nunca huraño,
sencillo y ejemplar matemático amigo
te codeabas con todos en un Café de Nadie
y lograste la cumbre poética del siglo XX
entre los poetas de mi solar nativo.

Te cegó la mirada tu manicomio de paisajes
pero un buen cuarteto emocional te hizo abandonar
la medicina para conseguir ser médico de almas
por vía de tus baratijas y en resumen por tu vida:
Genaro vives luego de 113 años y seguirás con vida
¡¡¡poeta!!! ¡¡¡poeta!!! ¡¡¡por siempre!!!


Poeta de tus metáforas encadenadas
tomo tu palabra y marcho en ella
montado en ancas de tu pensamiento
para hacerme paisaje de tus versos
y ya vivir en ellos por buen tiempo

para ser árbol, roca, hoja o lo que quieras… 

martes, 8 de julio de 2014

JUSTICIA MIOPE, Benjamín A. Araujo M.


JUSTICIA MIOPE, Benjamín Adolfo Araujo Mondragón


LA JUSTICIA NO ES CIEGA...
SÓLO SORDA Y MIOPE...
Dicen que la justicia siempre es equilibrada;
pero otros dicen que no: que pierde el equilibrio
y que el dinero la lleva a crear nuevas fronteras;
pero yo pienso que no, que la justicia no ha perdido la vista:
sólo es miope y sumamente sorda porque nunca escucha
los reclamos de todos; sólo de algunos; y casualmente
sólo de los poderosos y de los ricos, muy ricos,
nunca de los pobres: para ellos no hay sonido...

MEMORIA *, Benjamín A. Araujo Mondragón

MEMORIA *
*A mi madre Guadalupe Mondragón Marín, qepd.

Tenerte muy presente,
pese a que han pasado
ya largos cuatro años
desde que tú partiste
a estar junto al Señor.

Tenerte en la memoria
como náufrago sin meta
sin atisbar orillas sólo
abismos y olas embravecidas
siempre; eso es el mundo,
madre, desde que tú partiste.

Tengo la certidumbre de que
cuidas de todos tus hijos
que quedamos acá,
en el desamparo.

Creo que no me equivoco
lo que digo no es sólo
ganas de escribirte
sino necesidad de hablarte;
querida madrecita,
sólo se que ese día
doloroso en que subiste
el dolor hizo mella en
nuestros corazones;
pero estoy convencido
de que allá, muy arriba,
mi padre y mi hermano
prepararon la fiesta y
diéronte bienvenida.