sábado, 19 de enero de 2013

POBREZA


POBREZA
…Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.
Miguel Hernández

La riqueza del alma, cuenta más que el vestido:
la cartera vacía puede ser para orgullo
y no para ofender el interior del alma
sino para extender las virtudes internas,
y para no pegar balazos a los cuernos
de la luna, que empiezas a mirar e hipnotiza,
que dejas de querer sólo si te gana el sueño…
…y en ocasiones ni así…
pues continúa sedienta el alma purulenta,
el alma purulenta de sed y de ambiciones…

PALABRAS


PALABRAS

Ayer, apenas, vi las sombras del patíbulo;
eran verdes, eran rojas, eran blancas,
tricolores eran;
eran como el color de mi bandera...

Ayer, apenas ayer, las vi ondeando sobre mis recuerdos;
eran verdes, eran blancas, eran rojas y fosforecían
como amenazando al horizonte y a mí, en particular...

Las vi ayer apenas, ondeaban tranquilamente sobre la calle,
en las banquetas del pueblo, ondeaban y parecían
enorgullecerse por sus augurios, nefastos en todo caso...

Miradas en mi entorno, las banderas se ondeaban
sobre mi pensamiento, como fantasmas al viento
que corren en retirada, aceleradamente, en pos de algo...

Ayer, siempre ayer, nunca hoy, tampoco mañana;
menos mañana que hoy, ayer siempre,
como un recuerdo que fustiga mi mente,
que le acosa, le cierrra el paso,
tiende a inmovilizarle, llenarle de miedo,
de temor, de angustia, de pavor.

Nunca sabré acaso de dónde provienen esos miedos.
Nunca. Tal vez estén sembrados en mi conciencia
desde que era sólo promesa inacabada, inalcanzable.
Vi desde lejos un mañana luminoso.

¿Lo vi o lo soñé? Era sólo un sueño:
pero resultaba tan feliz como una pintura al óleo.

E S T A M O S


ESTAMOS


Estamos como siempre
plantados en el patio,
el camino es muy largo
y tal vez ya no avancemos.


Estamos muy conformes
con esta vida inherte,
pero algo nos impele
a buscar horizontes.


Estamos muy vistosos,
coloridos acaso; tal vez
metidos, perpetrados,
al acecho del ruido
como queriendo acallar
nuestras conciencias tardías...


Estamos, y no estamos,
casi, casi, paramos
en un hoyo quemamos
nuestras prisas por tiempo...
y ya no destrozamos
acaso nos morimos
y nunca nos velamos
tal vez ni lo sentimos...


Estamos dando gracias a la vida,
pero nunca perdemos el crítico
instinto, mordaz, siempre bufón
de lo que acaso ya es ida...


Estamos, por siempre agradecidos,
pero acaso el futuro se esconde
y enmohece por tantos tiempos idos...

LA MUERTE


LA MUERTE

La muerte es el olvido.
Entonces la capacidad
que tengamos de mantener el recuerdo,
el tiempo que podamos hacerlo,
es nuestra única
victoria sobre la muerte”.
Carlos Fuentes Macías.
Recordemos por siempre,
hagamos revivir a nuestros muertos.
Mantengamos prendida esa antorcha
de vida que es el recuerdo vital
para los fallecidos;
sólo el olvido mata,
sólo la falta de memoria duele,
sólo crea heridas y resquemores olvidar
para siempre.

Y sólo si mantenemos esa vela prendida
estaremos prendados a nuestros muertos
pues sólo de ese modo les daremos vida
para que resuciten en nuestra mente
siempre…siempre…siempre…
cada momento de recuerdo
es una lámpara votiva
para hacer vitalicios
a nuestros difuntos.

Guardemos en nuestros corazones
la llama del recuerdo,
no permitamos que ese fuego se apague
dejémonos abrazar por los recuerdos
seamos antorchas encendidas
por siempre, siempre, siempre…

Mi hermano, Carlos; mi madre,
Guadalupe; mi padre, Adolfo;
mis abuelos paternos, Rafael y Dolores;
mis abuelos maternos, Teodoro y Elodia:
mis tías paternas: Carmela, Lupita y Gelo;
mis tías maternas: Ofelia y Graciela…

Todo mi panteón personal,
que huele a incienso…es, vive, permanece,
porque lo pienso y porque lo recuerdo.

Mis tías y tíos políticos: Esperanza, Jesús,
Alberto; y mis mentores y amigos:
Heriberto, Rodolfo, Alejandro, Jorge Raúl,
Arturo, Enriqueta, Hernán…viven, vivirán
para siempre, en este florilegio de memoria
que es la memoriosa resurrección de los
seres queridos.

jueves, 17 de enero de 2013

AMANECERES III


AMANECERES III

Costumbre del olvido, caducidad ingente,
memoria de otros tiempos, nuestros
que fueron, en los amaneceres de otra gente.

La fiebre de los tiempos, en espacios diversos,
en la espesura de los tiempos mana memoria
olvidada de guerras y vigilias: silencios.

Acallar nuestras voces, contra natura,
buscar entre los genes canciones ya ofrendadas;
fechas y nombres de lugares y personas cancelados.

El instante es la mueca de Dios regalada a
los hombres; puede llamarse verso, poema,
sonata o pincelazo…magnético silencio.

La lluvia es homenaje a la luz, otro hipase
de la humanidad ahíta de soledad
y miedo por lo que es perenne promesa.



En la memoria sosegada de las vigilias
colectivas, la transparencia cobra fervor,
se hace fe y sueña lo impreciso.

Destino de los náufragos, la aurora.
Negación de los límites humanos, la duda.
Fervor por otros pasos, la inocencia es muralla.

Serenidad para la hipnosis colectiva,
sólo el arte, génesis teísta, deidad
conversa en humanidad, caricia…

Transparencia letal, la vigilia eterna,
sobredosis de abigarrado optimismo,
parentela de las transfiguraciones.

La dicha es primordial, sin la mentira,
sólo caben los besos del paisaje
en este ojo, siempre fiel a la delicia.