martes, 9 de febrero de 2016

LAS HOJAS DEL CALENDARIO (cuento), Benjamín Adolfo Araujo Mondragón

LAS HOJAS DEL CALENDARIO (prosa)



Estábamos jugando al escondite. Teníamos sólo tres años y ella se reía.
Muchas cosas vivimos, compartiendo. Crecimos como quien fuera la sombra una del otro u otra del uno...fueron, sin duda gratos, muy gratos momentos a lo largo de toda la vida. Primero, como cómplices, más tarde como secuaces, enseguida como amigos y la amistad se amacizó y logró suceder la magia como enseguida relataré.
Pasó el tiempo, ya teníamos siete años y el juego continuaba. Los escondites se multiplicaba. Ya en mi casa o en la suya. Incluso, algunas veces, en las casas ajenas de los compañeros comunes a donde acudíamos casi suiempre por celebraciones cumpleañeras. O por tareas escolares, que también resultó harto frecuente. Eso nos hizo destacar académicamente a ambos, lo que todo mundo comentaba y destacaba para felicitarnos con cualquier pretexto. Así pasamos la educación elemental. Y logramos, en forma destacada, llegar a la educación media superior.
Llegó la edad de la punzada: doce años. Nuestros juegos comenzaron a tener sabor lascivo. Ya las escondidillas tenían una novedad: ternminaban con un nuevo juego que era el de la enferma y el doctor.
Ahora ha pasado el tiempo. Vuelan las hojas del calendario y ella y yo recordamos con gran gozo esos momentos sin poder ubicar el momento preciso en que inició nuestro romance formal, ni cómo fue que terminamos como mujer y marido.
Así es la vida.

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