DECIRTE LA VERDAD
Amada mía: ya no se quién soy cuando estoy contigo;
he perdido memoria y mis recuerdos sólo tienen
tu imagen, tus besos y tus orgasmos; tiemblo sólo
de pensar que ésto terminará un día: ¡pero no!
En nuestras manos, mejor: en nuestros sexos
está la palabra y la obra para que ésto no acabe
y siga con la eternidad como un reto grave a
Dios que nos ha dado la pasión como triunfo
pero también como castigo; somos prisioneros
de nosotros mismos: ¡crucifícame en la cama!
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