COLIBRÍ
DE ILUSIONES
Lascivia temblorosa de las
tardes de lluvia
cuando tu cuerpo balbucía en
Morse
su respuesta al mensaje del
tejado.
Gilberto
Owen
Un enano, gigante del vuelo y la hermosura,
recorre ante mis ojos estética veloz
en su vuelo pautado hacia las flores
con una prisa que sólo conozco
en el temblor de las hojas
y
tu cuerpo
en los momentos previos
a recibir al colibrí de las ilusiones.
Es un canto su vuelo, por exacto y silente,
vuelo civil ardiente de posesión,
grandeza de precisión y entrega,
pequeñez de abeja agigantada;
monumento de entrega y dominio plenos.
El sol, en ambos casos, es cómplice y testigo;
el colibrí presiente las promesas tan dulces
entregadas a su flauta de Pan,
como mi cuerpo sabe, desde tus miradas,
que tu cuerpo es la flor, espléndida,
sonámbula de entrega y rendición.
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