Enséñame a abrir las brazos anchos y
alerta el corazón para el mundo
para que pueda abarcarlos a todos,
y todas las criaturas del mundo;
enséñame a motivar a otros
por el dolor ajeno; y a ayudar
a quien más lo necesita. Enséñame
pues no he logrado aprehender,
ni aprender, a tomar, la voz del
otro para hablar con la voz del mudo
y mirar el mundo con los ojos del
ciego; ens´´eñame, por Dios,
te lo suplico porque esta vida es corta
y el compromido largo, muy largo,
y muy truncado; enséñame a tener
el tacto para el oprimido y a dar
esperanza al que sufre de hambre,
de falta de amor y de frío, por falta
de techo, de abrigo y de esperanza.
Enséñame una vez, dos veces,
muchas veces, porque el amor
se olvida y el delirio se apodera
de nuestro corazones sobrecogidos
por la falta de entrega y de amor
al projimo sufrido, al desventajado...
Enséñame pues el egoismo es grande.
más grande que este mundo, vacío
de amor y pleno de desvarío...
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