RETOZO
Apetitos extraños, son como
enredaderas en el cuello de la imaginación. Transpiro con amplia calma y no
retozo en la calma de tus sueños; no dejo que me sueñes porque luego es
imposible jugar a las realidades. Apetitos sui géneris tiene mi alma que vive en
hambre inaudita como esclavo espiritual. Transpiro con el cerebro, mis ideas
saltan a borbollones por los sueños ajenos; no me habito y me extraño, deseop
tenerme muy cerca pero no me habito. Habituado estoy a extrañarme, como un
soldado que ha sido atrapado en combate.
Jirafas en el
horizonte. Un arcoíris de angustias habita en mis pupilas y un rinoceronte
sonríe con apretada mueca mientras un parvada de zopilotes merodean en el
entorno; miremos hacia el mar, como horizonte infinito: una ballena vaga en pos
de un romance que la haga procrear; los tiburones juguetean por la acuática
pradera y las jirafas nadan con apretado paso como si compitieran. El
rinoceronte se ha ahogado y mis apetitos extraños lo convierten en hamaca para
mis sueños pesados.
El arcoíris
de angustias se decolora gracias a las alegrías de mi amorío con Penélope.
Ulises nunca llega. Marenostrum es dueño de la intimidad y una gacela cruza por
el pensamiento en tanto tropieza con un par de horas desahabitadas de tareas,
mientras el ocio engorda y sonríe para la fotografía familiar mientras los
sueños abandonan la selva de este patio convertido en juguete para orar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario