Experimentar, oler, tocar...
Ver que la vida es real.
Saber que la experiencia
te domina y te enseña:
contar con los dedos
de la mano a los amigos;
saber distinguir a amigos
de enemigos...velados...
que suelen aparentar
que son lo que nunca
han sido, ni serán.
Tomar de la mano a la
ignorancia propia y de
paso mostrar que poco
muy poco, en realidad,
sabemos y entendemos.
Un acto de humildad no
nos hará daño, nunca ni
nos ofenderá vernos tal
cual desnudos en la copa
de un árbol, animales al
fin, sólo eso: natura vil
pero dispuestos a saber,
a entender, a conocer.
Muy poco vemos de esos
gestos en uno, pocos muy
pocos; somos ajenos a la
verdadera humildad pues
nos creemos dioses o un
poco menos; menos mucho
menos somos; ni por asomo
cercanos a la Divinidad.
Seamos francos, sencillos
y eficaces en el don de
dibujarnos con verdaderos
rostros espirituales; y por
favor, abominemos de toda
falsedad que pretenda
mostrarnos de otro modo...
Experimentemos a tener
cara propia, quitemos de
nuestros rostros la máscara
y veremos un rostro tal
cual somos; y nos entenderemos.
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