Atraso tras atraso,
me tropiezo,
caigo,
pero me levanto
y miro al horizonte.
Nada de lo que pasa
aquí me es ajeno.
Nada parece extraño
y sólo el horizonte
aparece detrás
de mis hombros
muy lejano
y no tanto.
Así es la vida:
atajos de por medio;
el suelo no es parejo
pero es de mi agrado:
luchar,
caer
y levantarse.
Sino, ¿qué chiste?
¡¡¡Esta es la sal de la vida!!!
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