TE EXTRAÑO PERO SOY…
Extrañándote. Recordando tus pasos, tu sonrisa, tus besos…
Mirándome la palma de la mano. Volteando al horizonte;
No dejando que los recuerdos me invadan como hormigas:
Veo tu cara en lontananza, miro tu cuerpo en ese espejo:
Es imposible no recordar tus gestos, tus ruidos, tus espasmos;
Miro para otro lado. El futuro no está. No lo alcanzo.
Ni logro vislumbrarlo. Tu recuerdo me atosiga, Me estremece.
Me avasalla. Me espanta. Me cerca. Me aprisiona. Voy y no
deseo ir al cuarto de los recuerdos. Veo tu adiós, melancólico
yo lo veo y no lo creo; repito esa escena. Adiós mujer, adiós:
te vas porque tú quieres; ¿qué te pasa?, ¿qué te angustia?
¿qué fantasmas te persiguen? Miro, muy poco a poco, y veo
las mieles del recuerdo caer a sopetón sobre mi pensamiento,
lo endulzan, lo satisfacen, lo llenan, lo repletan: eructó,
soy feliz, aunque ya no estés: soy feliz con tu recuerdo.
Soy feliz y eso me llena, me complace. Y yo te lo agradezco
en dónde estés y bendiga a aquél que ahora goce de tus caricias.
Benjamín Adolfo Araujo Mondragón
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