En mis sueños, Afrodita viaja, surca los mares con su radiante belleza. En mis sueños, Afrodita es mi musa, y yo la llevó, la llevo arrastrando por las aguas inmensas, sin paralelo del deseo. Soy un pez gordo, gordo, lleno de ansias, pleno de inspiración por conquistarla a ella; pero no soy el único. Ay no, ojalá lo fuera. Hay otro pez muy gordo, tan gordo o igual que yo, ancho de dicha futura por estar con ella. Sueño con ella y suelo darle mucha fuerza a mis sueños, fuerza que se convierte en energía para surcar esas aguas profundas e interminables. La mar ya no está serena, la mar está salpicada de ganas de conquista varonil por esa hembra indócil que es Afrodita. Que este sueño no termine, que jamás se agote, para que mis deseos crezcan y sepan dominarla, tenerla, poseerla, amarla para siempre; fuera ya del agua sin otro pez rival que quiera dominarla. Afrodita: óyeme, enloquezco por ti... Afrodita, Afrodita, Afrodita...¿en dónde estás?...Afrodita, escúchame, compréndeme... Tenme paciencia, Afrodita, Te amaré por siempre.
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