miércoles, 25 de diciembre de 2013
TRISTE NAVIDAD, Benjamín A. Araujo Mondragón
La vida de Josefina había sido muy azarosa. Triste, muy triste, hasta ese momento, cuando ella ya corría los 42 años de edad. Esa noche, Josefina la pasó, como todos los días vagando por las calles. Pero no era un día cualquiera. Era la Nochebuena. Y por esa razón su mente hizo un recorrido veloz, como ráfaga, por las tempestades de tristeza que había pasado desde su niñez, cuando quedó huérfana y desamparada al morir sus padres en aquél terremoto de infausta memoria para todos en el mundo. Josefina había bebido unos tragos con otros, sus amigos de la calle que, al igual que ella viajaban por el mundo sin destino y sin futuro alguno. Esa noche había bebido de más hasta perderse de los demás. No sabía lo que le deparaba el destino justo a la medianoche al cruzar una avenida central, y un auto, conducido por unos jóvenes ebrios la atropelló y le quitó la vida.
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