para María Eugenia Leefmans,
autora de la novela "Lluvia", que apenas se presentó
ayer, en Metepec, en el marco del Festival Quimera.
Le pedí a la naturaleza que llorara,
solicité al infinito, humedades,
quise que por amor mis lágrimas llegaran
para que el niño José María, nunca,
jamás, tuviera pena y dolor
pero fue en vano...
Y fue en vano porque el bebé,
que mañana será poeta romántico
el iniciador del romanticismo
en lengua hispana,
tendrá dolores de parto más grandes
que los míos, los de él mentales,
los míos físicos, transparentes ambos,
por luchar por su patria: Iberoamérica...
Yo soy Lluvia, una mulata, que lo amamantó
en Coro, tierra venezolana, tierra de Bolivar;
tierra de libertad, a mi descendiente de esclavos,
con mi ama, Mercedes, de intermedio...
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