Por el camino umbroso aprendió a ser
huella,
sin paso, sin peso, ni rostro.
Por los caminos llanos se confundió
con el olor de la yerba
hasta llamarse pasto.
Nunca supo qué es siempre,
ni probó del fracaso dulzón
de la palabra "mientras".
Así murió. en una fecha sin nombre,
sin día, sin número;
y ahora es recuerdo.
Benjamín A. Araujo M.
(derechos reservados)
Publicado en el libro
Frontera interior
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