He venido, desde siempre,
adorando una quimera:
pero mi dicha es tan grande
tan plena y tan poderosa
que he logrado, oh hermosa,
convertirla en verdadera...
Desde muy lejos he estado,
fatigado en la pradera,
mirando tus bellos ojos,
saludando tu frontera
porque se vuelva a mi
he andado, caminando
ya mil leguas:
para sentir que tus ojos
son lámparas en mis huellas.
Tus manos, ya aquí, las siento
poseerme y descubrirme,
lograr placeres muy nuevos:
Oh quimera, verdadera;
tanto te quiero en tus labios,
tanto en tus ojos, tu cuerpo,
que tu espíritu, quimera,
es frontera verdadera...
lunes, 23 de enero de 2012
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